Latest Entries »

lunes, 15 de agosto de 2011

[Actualizado]Pottermore: Historia de Minerva McGonagall

Pottermore ha abierto sus puertas y entre la información nueva escrita por J.K. Rowling tenemos la historia de Minerva McGonagall. Recuerda que esto no aparece en los libros de Harry Potter y puede ser considerado como spoiler.




Niñez
Minerva McGonagall era la primogénita y única hija de un pastor presbiteriano escocés y de una bruja educada en Hogwarts. Creció en las Tierras Altas de Escocia a principios del siglo XX, y poco a poco se dio cuenta de que había algo extraño en sus habilidades y en el matrimonio de sus padres.
El padre de Minerva, el Reverendo Robert McGonagall, había quedado cautivado por la alegre Isobel Ross, que vivía en el mismo pueblo. Como sus vecinos, Robert creía que Isobel iba a un internado selecto para señoritas en Inglaterra. De hecho, cuando Isobel desaparecía de casa durante meses, era para ir al Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.
Consciente de que sus padres, una bruja y un mago, despreciarían una relación con el joven y serio muggle, Isobel mantuvo su floreciente relación en secreto. Cuando tenía dieciocho años ya se había enamorado de Robert. Lamentablemente, no había tenido el coraje de decirle la verdad sobre su identidad.
La pareja se escapó, lo que provocó la furia de los padres de ambos. Habiendo roto la relación con su familia, Isobel no podía estropear la felicidad de la luna de miel diciéndole a su nuevo marido, que era tan feliz, que había sacado las mejores notas de toda la clase en Encantamientos en Hogwarts y que había sido la capitana del equipo de quidditch. Isobel y Robert se mudaron a una casa a las afueras de Caithness, donde la bella Isobel demostró una gran habilidad para llegar a fin de mes con el mísero salario de un pastor protestante.
El nacimiento del primer bebé de la pareja, Minerva, provocó tanto una gran alegría como una gran crisis. Como echaba de menos a su familia y a la comunidad mágica que había dejado por amor, Isobel insistió en darle a su hija el nombre de su abuela, una bruja con mucho talento. El extravagante nombre hizo que muchos miembros de la comunidad en la que vivían fruncieran las cejas, y al Reverendo Robert McGonagall no le fue fácil explicar la elección de su esposa a sus parroquianos. Además, la melancolía de su mujer le alarmaba. Sus amigos intentaban convencerle de que era normal que las mujeres se sintieran un tanto descentradas tras el nacimiento de un bebé y que Isobel pronto volvería a ser la misma de antes.
Isobel, sin embargo, se volvió más y más huraña, y a menudo se encerraba en casa con Minerva durante días. Isobel le dijo a su hija más tarde que desde el principio había mostrado pequeños, pero inconfundibles signos de magia: juguetes de las estanterías aparecían en su cuna, el gato de la familia le ayudaba a pedir cosas antes de que pudiera hablar, y las gaitas de su padre se dejaban oír en ocasiones tocando solas en habitaciones alejadas, un fenómeno que hacía reír a Minerva de bebé.
Isobel se sentía dividida entre el orgullo y el miedo. Sabía que debía confesarle la verdad a Robert antes de que viera algo que pudiera alarmarle. Un día, cediendo al fin a las preguntas incesantes de Robert, Isobel rompió a llorar, sacó su varita de la caja en que estaba guardada bajo llave debajo de su cama y le mostró su verdadera identidad.
Minerva era demasiado pequeña para recordar aquella noche, sin embargo sus repercusiones le dejaron un amargo recuerdo de las complicaciones de crecer con magia en un mundo muggle. Aunque Robert McGonagall no quiso menos a su mujer al descubrir que era bruja, se sintió profundamente herido por la revelación y por el hecho de que le había ocultado un secreto como ese durante tanto tiempo. Y aún peor era que él, hombre honesto y recto, debía ahora llevar una vida llena de secretos, todo lo contrario a su naturaleza. Isobel explicó, a través de sus sollozos, que ella y su hija estaban obligadas a cumplir el Estatuto Internacional del Secreto y que debía mantener en secreto la verdad sobre ellos mismos o hacer frente a la furia del Ministerio de Magia. Robert también se sintió aterrorizado al imaginarse cómo recibirían los lugareños –una gente austera, recta y convencional– la noticia de que la esposa de su pastor era bruja.
El amor perduró, pero la confianza entre sus padres se había roto, y Minerva, una chica lista y observadora, vivió esta situación con tristeza. Dos hijos más nacerían en la familia de los McGonagall, dos chicos, que también revelarían habilidades mágicas. Minerva le ayudó a su madre a explicarles a Malcolm y Robert junior que no deberían hacer alarde de su magia y, asimismo, ayudó a su madre a ocultarle a su padre los accidentes y vergüenza que a veces causaba su magia.
Minerva tenía una relación muy estrecha con su padre muggle, al que se parecía en temperamento más que a su madre. Vio con dolor cómo sufría por la situación tan extraña de la familia. También se dio cuenta de cuánto estrés le causaba a su madre tener que encajar dentro del pueblo muggle y cómo echaba de menos la libertad de estar con los suyos y poder ejercer sus considerables talentos. Minerva nunca olvidó cuánto lloró su madre cuando llegó la carta de admisión en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería al cumplir Minerva once años. Ella se dio cuenta de que Isobel no solo lloraba de orgullo, sino también de envidia.

Vida escolar

Minerva se puso en evidencia durante la primera tarde cuando se reveló que era una Hatstall. Tras cinco minutos y medio el Sombrero Seleccionador, que había estado vacilando entre las casas de Ravenclaw y Gryffindor, mandó a Minerva a esta última. Años después, esta circunstancia seguía siendo un tema jocoso entre Minerva y su colega Filius Flitwick, que había tenido el mismo problema con el Sombrero Seleccionador, pero a quien había sido enviado a la otra casa. Los dos Jefes de Casas se divertían pensando que podrían haber intercambiado posiciones en ese momento crucial de su juventud.
Minerva destacó rápidamente en su curso, tenía un talento especial para la transfiguración. Según avanzaba en sus estudios, demostró que había heredado tanto los talentos de su madre como el fuerte sentido moral de su padre. La educación en el colegio de Minerva coincidió durante dos años con la de Pomona Sprout, que más tarde fue Jefa de la Casa Hufflepuff, y las dos mujeres disfrutaron de una relación excelente tanto entonces como después.
Al acabar sus estudios en Hogwarts, Minerva McGonagall había logrado sacar unas excelentes notas: las mejores notas en O.W.L. y N.E.W.T., Prefecta, Chica Principal y ganadora del premio del Principiante Más Prometedor de Transfiguration Today. Con la ayuda de su profesor de Transfiguración, que la había inspirado, Albus Dumbledore, había conseguido transformarse en animagus. Su forma animal, con sus rasgos distintivos (gato atigrado, marcas de gafas cuadradas alrededor de los ojos) quedó reflejada en el Registro de Animagus del Ministerio de Magia. Minerva era al igual que su madre una talentosa jugadora de quidditch, aunque una mala caída en su último año (una falta durante el partido de Gryffindor contra Slytherin que debía decidir el ganador de la Copa) la dejó contusionada, con varias costillas rotas y un deseo de por vida de ver a Slytherin destruido en el campo de quidditch. Aunque abandonó el quidditch tras irse de Hogwarts, la competitiva profesora McGonagall se interesó mucho por las fortunas del equipo de su casa y se le daba muy bien encontrar a nuevos talentos del quidditch.

Primer desengaño

Después de graduarse en Hogwarts, Minerva volvió a la mansión para disfrutar de un último verano con su familia antes de mudarse a Londres, donde le habían ofrecido un puesto en el Ministerio de Magia (Departamento de Aplicación de la Ley Mágica). Estos meses fueron los más difíciles de toda su vida, puesto que fue entonces cuando, con solo dieciocho años, demostró ser hija de su madre al enamorarse perdidamente de un chico muggle.
Fue el primer y único momento en la vida de Minerva McGonagall en que se puede decir que perdió la cabeza. Dougal McGregor era un muchacho guapo, inteligente y gracioso, e hijo de un granjero de la localidad. Aunque no tan bella como Isobel, Minerva era inteligente e ingeniosa. Dougal y Minerva compartían el mismo sentido del humor, se peleaban mucho y sospechaban que el otro tenía aún mucho por descubrir. Dougal no tardó mucho en arrodillarse en un campo para pedirle a Minerva que se casara con él, y Minerva aceptó.
Al regresar a casa, y aunque quería decirles a sus padres que se había prometido, no pudo hacerlo. No pegó ojo en toda la noche pensando en su futuro. Dougal no sabía lo que ella realmente era, de la misma forma que su padre no había sabido lo que Isobel era antes de casarse. Minerva había tenido la oportunidad de ver de cerca el tipo de matrimonio que tendría si se casaba con Dougal. Significaría el fin de todas sus ambiciones, una varita guardada bajo llave e hijos entrenados para mentir, quizás incluso a su propio padre. No se engañó a sí misma creyendo que Dougal McGregor la acompañaría a Londres para que ella pudiera ir a trabajar al Ministerio todos los días. Él esperaba con ilusión el momento de heredar la granja de su padre.
A la mañana siguiente temprano, Minerva se escabulló de la casa de sus padres y fue a decirle a Dougal que había cambiado de idea, y que no se casaría con él. Dado que si rompía el Estatuto Internacional del Secreto perdería su trabajo en el Ministerio, a causa del cual le iba a dejar, no podía darle una razón válida para explicarle por qué había cambiado de opinión. Le dejó devastado, y se marchó a Londres tres días más tarde.

Carrera en el Ministerio

Como sus sentimientos hacia el Ministerio de Magia estaban influidos por la crisis emocional que acababa de pasar, Minerva McGonagall no disfrutó mucho de su nueva casa ni de su lugar de trabajo. Algunos de sus compañeros tenían sentimientos muy fuertes contra los muggle, lo que, dada la buena relación que tenía con su padre muggle, y su amor por Dougal McGregor, a ella le parecía terrible. Aunque era una empleada muy eficaz y con mucho talento, y además se llevaba muy bien con su jefe, Elphinstone Urquart, que era mucho mayor que ella, Minerva no era feliz en Londres y echaba de menos Escocia. Finalmente, tras dos años en el Ministerio, le ofrecieron un ascenso muy prestigioso pero ella lo rechazó. Mandó una lechuza a Hogwarts para solicitar un puesto de profesora. La lechuza volvió en unas horas, le ofrecían un puesto en el departamento de Transfiguración, su Jefe de Departamento sería Albus Dumbledore.

Amistad con Albus Dumbledore
El colegio recibió a Minerva McGonagall con alegría. Minerva se volcó en el trabajo, demostrando que era una profesora estricta pero inspiradora. Guardaba las cartas de Dougal McGregor dentro de una caja bajo su cama, y se decía a sí misma que era mejor que tener su varita guardada. Sin embargo, oír de los labios de Isobel, que no sabía nada, que Dougal se había casado con la hija de otro granjero fue un golpe bastante duro.
Albus Dumbledore encontró a Minerva sollozando en su clase aquella tarde y ella se lo confesó todo. Albus Dumbledore le ofreció consuelo y sabiduría, le contó a Minerva un poco de su propia historia familiar que ella desconocía. Las confesiones que se hicieron aquella noche dos personas extremadamente reservadas y prudentes formarían la base de una larga amistad y estima.

Matrimonio
Durante sus primeros años en Hogwarts, Minerva McGonagall mantuvo su amistad con su antiguo jefe del Ministerio, Elphinstone Urquart. Vino a visitarla durante unas vacaciones a Escocia, y para su gran sorpresa y bochorno, le pidió su mano en la casa de té de Madame Puddifoot. Minerva, que aún seguía enamorada de Dougal McGregor, no aceptó.
Elphinstone, sin embargo, nunca dejó de amarla ni de seguir pidiéndole que se casara con él de vez en cuando, aunque ella siguiera diciendo que no. No obstante, la muerte de Dougal McGregor, aunque traumática, pareció liberar a Minerva. Tras la primera derrota de Voldemort, el ahora de pelo cano, Elphinstone, le volvió a pedir que se casara con él durante un paseo veraniego alrededor del lago de Hogwarts. Esta vez Minerva aceptó. Elphinstone, ya retirado, no cabía en sí de la felicidad y compró una casita de campo en Hogsmeade para ellos dos, desde donde Minerva podría ir a trabajar fácilmente todos los días.
Minerva, que había sido la profesora McGonagall para varias promociones de estudiantes, siempre fue un poco feminista y anunció que no se cambiaría el nombre al casarse. Los tradicionalistas se sorprendieron, ¿por qué rehusaba Minerva tomar un apellido de una línea de sangre pura y quería quedarse con el de su padre, que era un muggle?
El matrimonio, aunque trágicamente destinado a ser muy corto, fue muy feliz. No tuvieron hijos, sin embargo, los sobrinos de Minerva, hijos de sus hermanos Malcolm y Robert, les visitaban con frecuencia en su hogar. Fue un periodo en el que Minerva se sintió plenamente realizada.
La muerte accidental de Elphinstone por la mordedura de una tentácula venenosa fue una gran pérdida para todos los que conocían a la pareja. Minerva no podía soportar estar sola en la casita, así que hizo las maletas tras el funeral de Elphinstone y volvió a su sobria habitación empedrada del Castillo Hogwarts, a la que se accedía a través de una puerta escondida en la pared de su despacho en la primera planta. Siempre había sido una persona muy valiente y reservada, de modo que volcó todas sus energías en el trabajo y pocas personas, excepto quizás Albus Dumbledore, se dieron cuenta de cuánto había sufrido.

Fuente: BlogHogwarts

0 comentarios:

Publicar un comentario